Siempre que hay un gran sorteo de lotería, suele verse la imagen de la administración de loterías donde tocó el premio y en la que se congregan los agraciados invitando a champán a todo el que quiera disfrutar de la alegría del momento.
Pocas veces se verá tanto descuido cuidando algo tan valioso como el décimo de lotería. Un trocito de papel que puede significar 300.000 euros o incluso millones si se trata de una lotería primitiva importante. Y sin embargo ahí están, enseñándolo a cualquiera, en una mano la copa de champán y en la otra el décimo, casi arrugado.
La mitad de la alegría de que te toque la lotería es el poder gritarlo, el decir aquello de «me ha tocado a mi y a ti no», el poder restregárselo al jefe, quizás despidiéndonos con un corte de mangas. La otra mitad es el dinero y todas las molestias que se pueden pagar con él.
Hay sin embargo mucha gente que renuncia a esta primera mitad. A la más espontánea, a la demostración de felicidad ante todos. Son aquellos casos, en cierto modo infrecuentes, en que el premiado no da señales de vida. Es una actitud prudente que hay que saber entender.
El caso más famoso en España es a su vez el mayor premio de lotería jamás entregado: 77 millones de euros fueron a parar a un desconocido en el pequeño pueblo de Montefrío (Granada).
Aquí la situación fue realmente digna de sangre fría. Una pequeña localidad donde todo el mundo se conoce y el ganador no dio señal alguna de vida. Todos siguieron con su habitual rutina, eso sí, vigilando al vecino para ver si era el agraciado. Fuera quien fuese se comportó con el sigilo de un gato. Nadie supo quién fue el vencedor. Se sospecha que tuvo que ser alguien del pueblo, porque nadie que tuviera 77 millones de euros mantendría el mismo nivel de vida.
Cuando te toca la lotería una actitud frecuente es la de quitarse de enmedio. Y es que mucha gente vive donde vive porque no tiene mejor forma de vivir. Muchas veces los premios se los llevan jubilados que se van a lo que ellos entienden como lugares paradisíacos para pasar el resto de sus vidas. Suelen llevarse a sus hijos y nietos con el reguero de millones como excelente reclamo. Aquí hay una interesante lista de ganadores de lotería y qué hicieron con su dinero: Mallorca, playa y un empezar de nuevo. Pero abandonar el hogar sin ningún reparo.
Pero lo normal es celebrarlo y que todo el mundo te conozca como «aquel al que le tocó la lotería». Como el caso de Manuel Calvo Vaz, vecino de Riós, un pueblo de Orense. A Manuel Calvo Vaz le tocaron más de 9 millones de euros en el 2003 y desde entonces los vecinos del pueblo lo llamaban «O Millonario» (el millonario).
Tras ganar el premio su vida no cambió mucho, simplemente mejoró. Se quedó en el mismo pueblo pero de tener una modesta vivienda pasó a tener un palacete. Fundó una empresa de transportes y de gestión de terrenos industriales, Silagro. Tenía una flota de camiones y una plantilla bastante respetable.
Sin embargo el dinero de la lotería tiene algo que hace pensar en él como si estuviera concentrado, como ese billete inicial de lotería que se muestra ante las cámaras el primer día, el del champán. Cuando te toca la lotería la gente tiene la idea de que tu patrimonio está en sacos de billetes. Cualquier otro empresario puede tener más dinero que un vencedor de la lotería pero el ser un millonario de la lotería es un riesgo muy grande.
Muchos delincuentes atentan contra los vencedores en las loterías. Son presa fácil porque suelen vivir con pocas medidas de seguridad y no tienen un patrimonio repartido. Son capaces de guardar mucho dinero en metálico, por la falta de costumbre. Y como poco tienen en la cartilla del banco unos cuantos milloncejos. De invertir en bolsa, o fondos de inversión, o letras del tesoro, nada de nada.
El caso de Manuel Calvo es extraño y aún no se sabe muy bien todo lo que pudo ocurrirle. En Octubre del 2008 apareció tras dos días en paradero desconocido, magullado y muy alterado, con síntomas de estrés postraumático. Parece que había sido víctima de un secuestro express.
Aún no se había aclarado ese incidente cuando apenas dos meses después, aparecía muerto en su coche, de un disparo de escopeta. Había estado dos semanas desaparecido y nadie llamó solicitando dinero.
Sin lugar a dudas un triste final para una persona premiada con la buena suerte. Y es que el dinero no da la felicidad y en algún caso sólo atrae los problemas. Personalmente daría los siguientes consejos a aquel al que le toque una obscena cantidad de dinero en la lotería:
a) No vayas a la administración de loterías a por el champán.
b) No digas que te ha tocado la lotería a casi nadie.
c) Considera la opción de mudarte a otra población o incluso país.
d) Invierte el dinero, diversificando, en bienes poco líquidos. Que no seas famoso por tener muchos billetes a tiro de una transferencia. Dinero en bonos, inmuebles, acciones.
f) Mejora la seguridad de tu vivienda.
g) No tengas un tren de vida alocado sin que parezca que provenga de una labor profesional exitosa. Siempre creerán que tienes un saco de billetes.
h) Reparte algo del dinero a tus familiares.
i) No dejes que el dinero te haga infeliz.
La verdad es que los apartados a) y b) son de juzgado de guardia. Nunca entenderé el motivo que lleva a la gente a fardar delante de las cámaras sosteniendo el frágil billete entre sus manos. Las personas somos envidiosas por naturaleza así que cuanto menos sepan de nuestra suerte mejor.