En estos días quizás te hayan comunicado la desagradable noticia de que formas partes de la mesa electoral en las elecciones europeas. Puede que seas presidente, secretario o alguno de los suplentes. Te acompaño en el sentimiento.
Sobre este sorteo siempre se dice que «será público» y que «todos los electores deberán participar en él». Sirva este post para aclarar cómo es realmente ese sorteo.
En general no se realiza un sorteo único sino que hay uno por cada uno de los Ayuntamientos que participan en él. De ahí que no haya un único sorteo sino múltiples y cada Ayuntamiento opte por el que le resulte más cómodo.
La Ley Electoral incurre en el error más habitual para estos casos. El sorteo debe ser público, el sorteo debe ser aleatorio, el sorteo tiene que ser respetando las condiciones de legalidad, a veces ante notario. Pero por ningún lado se dice que el sorteo tenga que ser equilibrado.
Dado lo avanzado de la tecnología, el INE (Instituto Nacional de Estadística) ofrece un programa que realiza los sorteos de forma aleatoria, Conoce se llama el programa en cuestión.
No me cabe la menor duda de que el programa será plenamente eficaz realizando un sorteo equilibrado y justo. Es conocido el buen hacer del INE con muchos de los mejores matemáticos del país entre sus filas.
Ahora bien, es potestad de los Ayuntamientos decidir si usan este programa o no. Y según puede consultarse por la red, muchos son los que prefieren regirse por métodos de sorteo tradicional que a veces tienen poco rigor. No digo que los sorteos estén manipulados, ni que se realicen de mala fe. Es simplemente que unas personas tienen más probabilidad que otras de ser elegidas.
Si notas que ese es tu caso, si te ha tocado asistir casi de continuo a las mesas electorales, te explicaré el posible motivo.
El método más frecuente de sorteo «de la vieja escuela» es el de los bombos de números. Supongamos un pueblo pequeño de 215 habitantes. Se listan los electores y se les asigna un número a cada uno.
Entonces se preparan tres bombos. En el primero sólo están las cifras 0,1 y 2. En los otros, las diez.
Se sacan tres bolas y este número corresponde con alguno de los elegidos.
Aquí ya vemos la primera irregularidad, los que figuren en la lista con los números a partir del 200, tienen más probabilidad de salir que los demás. Porque muchas veces, si se forma un número inválido (como el 245) lo que se hace es tirar la bola del 4 y sacar otra hasta obtener un número correcto. Esos 15 electores son carne de mesa electoral.
En las elecciones a mesa electoral lo habitual es decir «vamos a sacar la bola correspondiente al presidente de mesa». Se obtiene un número y se va a la lista. 117, José Rodríguez Zapateros.
¿Puede ser Presidente de Mesa? No, pues ostenta cargo público. Ahora lo correcto sería sacar un nuevo número. Pero no. Lo que se hace a veces es ir al siguiente de la lista, o dar un inexplicable salto (de tres nombres por ejemplo).
El 118, José Rodríguez Zapaterosa, ¿Puede ser presidente de mesa?
Pues resulta que tampoco porque no tiene estudios primarios. Pasamos al siguiente número, el 119. Con este sistema, de saltos hacia adelante, los números más bajos son los que tienen menores probabilidades de salir. Pues nunca quedarán afectados con los saltos.
Las personas perjudicadas son las afectadas por lo que yo llamo «bolsa de perdedores«. Si en la lista del censo los nombres que están debajo de ti son personas sin estudios, cargos públicos, policías, empleados de la Junta Electoral o personas de avanzada edad, tendrás una probabilidad enorme de acabar en una de las mesas. Porque tu probabilidad se disparará ante un método de sorteo tan poco eficiente.
Imaginad el caso de nuestro pueblo virtual con 215 habitantes. Si el pueblo tiene un policía, un anciano y dos cargos públicos, y todos son familia y encima familia tuya:
- Helena Martínez Martín, sin salvación posible
- Aaron Martínez Martínez, policía
- Berta Martínez Martínez, alcaldesa
- Carlos Martínez Martínez, concejal
- David Martínez Martínez, anciano de más de 65 años
- Elena Martínez Martínez, sin salvación posible
En este caso, Elena tiene una probabilidad de salir elegida inmensamente mayor que Helena porque tiene a su espalda a una «bolsa de perdedores». Si sale su bola o la de cualquiera de ellos, acabará en la mesa electoral.
Estos sorteos «a ojo por ciento» son innecesarios y más cuando el propio Instituto de Estadística dispone de los medios para realizar sorteos aleatorios. No digo que usen los sorteos de nuestra página (que bien podrían pues son totalmente aleatorios) pero por amor de Dios, que hagan algo medio decente, por el bien de la gente que año tras año acaba sentado en una mesa electoral.